¿Qué debemos saber de nuestra audiencia?
Una de las primeras tareas a la que debemos dedicarnos cuando nos corresponde realizar una presentación pública es a tener la mayor cantidad de información posible sobre nuestra audiencia.
Pueden comparar este proceso a los muy conocidos estudios de mercado. Cualquier empresa que se precie de ser responsable, realiza estudios para conocer a sus clientes potenciales: necesita tener claro cuáles son las necesidades y deseos de sus posibles compradores, entender cómo nuestros productos o servicios pueden atender sus demandas.
¿Cuáles son las preguntas que me debo hacer?
Primero que nada: ¿Cuántos son? Parece insólito, pero muchas personas olvidan esta primera pregunta, la más básica. La cantidad de participantes influye, y mucho, en la planificación que realicemos de la actividad de comunicación. Si usted no ha preguntado o no tiene idea de cuántas personas conformarán su público, será como manejar un coche a ciegas.
Luego, podemos clasificar la información de la siguiente manera:
Demografía:
• ¿Cuál es la edad promedio y el rango de edad de mi audiencia?
• ¿Cuál es su nivel económico?
• ¿Hombres y mujeres, más hombres que mujeres o viceversa?
• ¿Estado civil, con hijos?
• ¿Cuál es su grado de formación o nivel educativo?
Psicología:
• ¿Qué los motiva?
• ¿Cuáles son sus miedos y limitaciones?
• ¿Qué les causa más dolor?
• ¿Qué los mantiene frustrados?
• ¿Cuál es su meta o aspiración principal?
• ¿Cuáles son los valores y su filosofía de vida?
Mercado:
• ¿A qué se dedican regularmente estas personas? ¿Tienen intereses o actividades en común? ¿Tienen algún lenguaje o jerga profesional específica?
• ¿Qué necesita escuchar mi audiencia? ¿Cuál es el beneficio esperado? ¿Cuáles son las necesidades o deseos que este proceso de comunicación busca satisfacer?
• ¿Cuáles son sus hábitos de consumo de productos, de servicios o de información?
• ¿Tienen conocimientos previos sobre el asunto del cual conversaremos?
Logística:
• ¿De qué tamaño es el salón?
• ¿Cómo es la disposición de las sillas? ¿Hay sillas y mesas, o es un auditorio con sillas fijas al suelo? ¿Es una sala de reuniones? ¿Hay posibilidades de que la audiencia se mueva de su asiento?
Evidentemente, en algunos casos resulta casi imposible tener respuesta a todas estas preguntas. Pero es imprescindible que, aunque no tengas las respuestas, entonces te hagas una idea de cuál es el público al que quieres llegar, de modo que la convocatoria (el mercadeo de tu presentación) esté clara y bien definida. No le estás hablando a todo el mundo, sino a un público particular: ese al que esperas convencer.
De nuevo: tener claridad acerca de las características de tu audiencia te permitirá ser más asertivo, diseñar presentaciones más contundentes, con ejemplos y anécdotas adecuadas a tu público, con argumentos que te mantendrán conectado, cercano, y las posibilidades de lograr tu objetivo serán mayores.
La imagen en este post es de Vidal Valle Pechuán
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