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domingo, 2 de marzo de 2014


“La Máquina de Chuíto”
No es sencillo ser creativo. Así como para perder el miedo de hablar en público y ser un excelente presentador, ser creativo requiere de práctica y disciplina.
Como escritor de televisión que alguna vez fui, me topé con el duro reto de escribir muchos capítulos de una serie realizada en animación, educativa y para niños. El reto era que, en 7 minutos, tuviésemos una historia con inicio, desarrollo y cierre, con problemas que resolver, clímax y todo lo que necesita una buena historia. Y además, una enseñanza para los niños: desde cómo se forma el arcoíris hasta la importancia de una dieta balanceada o las leyendas del pueblo donde crecían. Era realmente complejo.
Tuvimos que idearnos una estructura, y luego aprender a llenarla de contenido de forma tal que pudiésemos adaptar nuestros mensajes a una historia coherente, con un grupo de niños que viven en un pueblo a la orilla del mar, van a la playa, juegan en la plaza y, sobre todo, navegan en internet para buscar información que necesitan para resolver sus problemas cotidianos. Esa era “La Máquina de Chuíto”, un proyecto del cual me siento particularmente orgulloso. Aún hoy, miles de niños venezolanos ven los capítulos de esta serie como parte de su proceso de enseñanza en las escuelas de mi país.


Cuando los datos no ayudan
Muchas veces ocurre que, para una presentación, nos encontramos con que buena parte de los contenidos son bastante aburridos, cargados de datos y estadísticas duras, de hechos incontestables, de argumentos racionales sin alma.
En estos casos, se corre el riesgo (y no saben la cantidad de veces en que ese riesgo se convierte en una realidad), de convertirse en un portavoz aburrido, lento, tedioso, capaz de dejar dormido a la mitad de su audiencia y la otra mitad estará deseando no haber llegado nunca al lugar de la presentación…
¿Quieres evitar ser un tipo aburrido?
No se trata de tener un arsenal de chistes, que a veces puede llegar a ser contraproducente. Se trata de ser capaz de sorprender, de mantener a tu público a la expectativa ante tu capacidad para presentar contenidos de manera novedosa.
Te voy a dar algunos consejos que son algunos de mis secretos para la creatividad:
1. Mi secreto para la creatividad: Cuando me enfrento a un proyecto, sea el que sea (incluso para preparar una receta de cocina) siempre llega una primera idea. Suele ser una idea que, al menos al principio, parece buena. Al menos, decente. Y puede darnos una ruta a seguir, un camino, una opción de trabajo. ¿Cuál es mi truco? Poner esa idea a un lado. No la descarto de entrada, pero la dejo para que me permita buscar otras opciones. Dale la vuelta a tu primera idea y evalúa otras opciones. ¿Es este un buen inicio, o hay otro? ¿Hay forma de contar esta historia de otra manera?
2. Activa tu curiosidad: Estas otras opciones pueden estar en otra parte. En un lugar en el que aún no has buscado. Si hay algo que se aprende luego de intentar ser muy creativo es que casi todas las buenas ideas ya están por ahí. Austin Kleon escribió un libro estupendo llamado “Steal like an artist” (Roba como un artista) en el que su premisa es justo esa. Las ideas más geniales suelen provenir de la combinación de otras buenas ideas que ya andan sueltas por el mundo, junto al toque de locura que el autor suele darles. Hay una enorme diferencia entre ser “creativo” y ser “original”.
3. Sé un poeta: Entiendo que no parece sencillo, pero de lo que se trata es de poner siempre tu mirada personal a tu presentación. Hay un par de herramientas que siempre suelen quedar rezagadas al momento de diseñar una presentación: las metáforas y las anécdotas, esas pequeñas historias que nos permiten ejemplificar con claridad algunos de nuestros puntos, y que además, le dan un toque personal a nuestra presentación, ya que mis historias nunca serán iguales a las tuyas. Así, dos presentaciones de dos vendedores sobre el mismo producto de la misma empresa nunca serán iguales. Cada vendedor debe ser capaz de colocarle su acento, su magia, su poesía. Y no es tan difícil: piensa en las cosas que te han ocurrido, todo lo que has vivido en tu carrera profesional, alguna historia relacionada con tu familia, o de cuando eras niño. Siempre hay la posibilidad de conectar esos datos duros a una realidad mucho más accesible para el público. (¿Ahora entienden porqué conté la historia de La Máquina de Chuíto?)

Eso sí: luego de ver todas las opciones, si tu primera idea no te resulta tan mala, regresa a ella y dale forma. Que haya sido la primera idea no quiere decir que sea la peor (que es posible), pero también cabe la posibilidad de que, en efecto, sea lo mejor que nuestra creatividad ha podido generar.

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