¡Hablemos sobre tu entrenamiento ahora!

¡Hablemos sobre tu entrenamiento ahora!
martes, 12 de agosto de 2014


Murió Robin Williams y es imposible no sentirse afectado. Fue un gran actor, muy prolífico y versátil. Acometía cada papel con una pasión que desbordaba la pantalla. Fuese en roles dramáticos o en los de comedia, en los que su capacidad para hacernos reír era infinita, la entrega de este actor era notable.

Todos nos acostumbramos a disfrutar de su presencia, que era garantía de entretenimiento de calidad. Era sinonimo de alegría.

Reí con Aladdin hasta las lágrimas-merecía una nominación al Oscar, pero todavía no es popular premiar a nadie por prestar solo la voz a un personaje-, y también me enternecí con "Oh, captain, my captain!" de La Sociedad de los Poetas Muertos. Me maravilló la belleza estética y profundidad argumental de "Más allá de los sueños" (What dreams may come, un hermoso relato sobre el amor más profundo), y disfruté como un niño verlo disfrazado de Mrs. Doubtfire mientras luchaba por estar cerca de sus hijos.

Nos hizo felices, y él parecía feliz.

Y sin embargo, murió. Se quitó la vida.


La vida no imita al arte.



En un giro bastante insospechado para quienes no somos demasiado afines al mundo del espectáculo, un mal día te levantas y te enteras que el tipo que protagonizó algunas de las mejores películas que has visto, fue encontrado muerto en su casa. Todo parece indicar que decidió terminar con su existencia.

Entonces, llegan las preguntas. ¿Por qué un tipo como Robin Williams decide acabar con su vida? Un tipo exitoso, talentoso, con familia, con hijos, admirado y querido. Con dinero, con trabajo, con proyectos. Podríamos decir que lo tenía todo.

Pero ¿lo tenía realmente todo?


¿Qué tenía Robin Williams?



Leyendo un poco en la historia de este actor, encontramos episodios más oscuros de lo que nos gustaría saber. Hay una etapa de abusos en el consumo de alcohol y drogas en su juventud, que logró superar durante unos 20 años. Luego, hace relativamente poco tiempo, recayó con su adicción.

En una entrevista dada al diario de Londres "The Guardian" a razón de la promoción de su película "World´s Greatest Dad", habló de sus problemas con su mayor enemigo: el miedo.

El periodista sugirió que todo podía haber comenzado con la muerte de su amigo Christopher Reeves, pero Williams señaló que la razón era algo mucho más egoísta: 


"It's just literally being afraid. And you think, oh, this will ease the fear. And it doesn't." What was he afraid of? "Everything. It's just a general all-round arggghhh. It's fearfulness and anxiety."
Tenía miedo de todo. Lo tenía todo, menos una cosa: tranquilidad.


¿Qué te hace feliz?



Todo se reduce a eso. Identificar aquello que te hace feliz y vivir para serlo. Y tal parece que, como dicen, el dinero no da la felicidad. En un mundo que parece ser superfluo, en el que lo que importa es el aspecto, el dinero, la imagen, el lujo, la moda, la fama, debe ser muy complicado recordar que la vida es otra cosa.

Para Williams, tenerlo todo no parece haber sido suficiente. Incluso, hacernos felices a todos no fue suficiente. Será muy difícil saber a ciencia cierta qué pasó, qué tenía Robin en la cabeza para decidir que era suficiente.

Pero su muerte, así como la de otros grandes del entretenimiento (Phillip Seymour Hoffman, Heath Ledger o Whitney Houston, eran algunos de los que recordábamos en una conversación entre amigos), nos tiene que enseñar algo.

Que la felicidad es la ruta, el camino, es un estado mental. Es una forma de vida. Es una actitud, una sensación con la que decides vivir a pesar de que puedas estar abrumado por los problemas. Porque todos tenemos problemas. Pero esa actitud positiva frente a la vida es una clave para superarlos y ser feliz al mismo tiempo.

Ser feliz es, en definitiva, una decisión. Superar el miedo también lo es.


¿Qué me hace feliz?



En estos días escribía sobre el miedo, y sobre las cosas que me dan pavor. En un día como hoy, creo que es importante recordar que estamos aquí para ser felices, y a eso debemos hacerle honor hoy y siempre.

Me hace feliz tener a mi mamá. Lejos, cerca. Saberla allí. Hablar con ella de vez en cuando y de cuando en vez. Contar con ella es algo que agradezco enormemente.

Me hace feliz saber que pude aprender a convivir con alguien más. Aprendí a tener pareja y a compartir mi vida con otra persona.

Soy feliz cuando leo y aprendo, cuando como (algo rico preparado en casa, aun mejor), cuando veo buenas películas o series de televisión, cuando comparto ratos sabrosos con mi familia y en especial con mis sobrinos.

Soy feliz en el proceso de luchar por mis metas, cuando trabajo por alcanzar mis cometidos, y más aún cuando constato que mis objetivos son alcanzados. Cuando me cercioro de que cada día me siento mejor persona y mejor profesional.

Soy feliz cuando veo que mi vida está cada vez más cerca de lo que siempre he deseado tener. Y que sigo teniendo las oportunidades que me permitan alcanzarla.


¿Y a ti, qué te hace feliz?

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