Cuando se trata de aprender a hablar en público, hay unos cuantos mitos alrededor de la oratoria que bien vale la pena revisar. La falta de conocimiento sobre algunos temas nos hacen creer que podemos llevar adelante algunas prácticas que pueden, en realidad, hacernos cometer errores que podrían arruinar nuestra presentación, alejarnos de nuestro objetivo y tener repercusiones en el ámbito laboral y profesional.
Se trata de cambiar lo que estamos haciendo mal. Desaprender para aprender de nuevo. Cambiar y crecer para mejorar. No es sencillo, pero ¿quién dijo que lo sería?
Vamos a estar hablando sobre muchas creencias en relación a las presentaciones exitosas, discursos efectivos y todo lo que se supone que debe hacer un buen portavoz en una rueda de prensa o un gerente que debe presentar un proyecto ante una junta directiva. Seguramente algo de esto lo habrás oído o dicho alguna vez, y yo te cuento por qué podrías equivocarte de plano...
Aquí va el primero de los mitos sobre hablar en público:
Mito nº 1: Hay que tener talento para improvisar
Vemos a una persona inspirada, capaz de hablar frente a su audiencia por un tiempo considerable (10 minutos... 20 minutos... y sigue pasando el tiempo... una hora...) y el público lo sigue extasiado. Es casi un embrujo, un hechizo. ¡Y no usa apuntador! ¡No tiene nada que le recuerde lo que tiene que decir! Eso no es un hombre: ¡Es un artista!
Muchos políticos tienen esta habilidad, seguramente recordará a alguno.
Permítame decirle, estimado amigo, que no es magia. Algo de talento hay, es cierto. Pero nadie es exitoso si no cultiva ese talento con disciplina casi militar y un régimen estricto y serio de preparación.
- "No existe el talento sin una gran voluntad"(Honoré de Balzac)
Cualquier buen presentador lo sabe: la práctica hace al experto. La preparación es fundamental para que un discurso sea efectivo. Así que la próxima vez que vea a una persona hablando de manera fluida y atractiva durante tanto tiempo, lo más seguro es que haya detrás un riguroso régimen de entrenamiento que le permite hacer gala de sus mejores dotes como vocero o portavoz.
Porque en definitiva, la mejor improvisación no se improvisa, SE PREPARA.
¿Quieres aprender a improvisar? ¿Cuáles crees que son los elementos más importantes de una buena improvisación?
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